Venezuela: ¿destino predilecto?

La semana pasada el ministro de turismo Alejandro Fleming declaró, desde la isla de Cuba, que Venezuela era el destino predilecto de los turistas europeos en América Latina. Sinceramente esa noticia me pareció un poco extraña porque una cosa puede ser que a mí (a quien varias veces me han llamado desquiciada) me fascine Venezuela, y me cueste irme fuera de Caracas unos días; y otra cosa es que un europeo (acostumbrado a la "calidad de vida") prefiera viajar a un país donde va a conseguir un tráfico descomunal o lo puedan asaltar, secuestrar o matar en cualquier esquina. Vamos a ser claros y objetivos. En Venezuela estamos (y decimos que aquí nos quedamos) muchos jóvenes y otros no tan jóvenes que decidimos "calarnos nuestro calamar" y "echarle pichón" al asunto. Hemos entendido (hasta los tuétanos) que ese término "calidad de vida" no lo vamos a ver por muuuchos años. Bastantes sabemos (y lo tenemos muy claro) que el país que soñamos lo más seguro es que no lo veamos con nuestros propios ojos. Pero Venezuela, en estos momentos, cuenta con una generación (de todas las edades) que está dedicada a sembrar y regar "los árboles", con raíces fuertes, para que quienes vienen detrás se sienten a disfrutar su sombra. Simple y sencillamente a esa generación (de la que formo parte) no nos tocó la sombra, nos tocó el sol de frente, bien de frente; y caliente, bien caliente; tan caliente que quema y que a veces lo que provoca es salir corriendo. Pero no salimos corriendo porque sabemos que esta es nuestra patria. Y como dijo un sacerdote en misa el pasado domingo: "la patria es un espacio material y espiritual donde conviven generaciones presentes, pasadas y futuras ligadas a una línea histórica y cultural; y quien ama a Dios tiene que amar a su patria porque Dios creó a Venezuela antes de crearnos a nosotros y nos la entregó al haber escogido que naciéramos en este rincón del mundo". "Y como somos dueños de estas maravillas naturales y humanas, que Dios nos entregó, es nuestro deber defenderlas", señaló. Así que es por eso que en este país somos bastantes (han emigrado 800 mil personas de 28 millones aproximadamente) quienes estamos aquí (unos porque no pueden irse, otros porque así lo escogieron) sufriendo ¡y disfrutando a la vez!; tratando de animar y formar a una generación más joven que aquí están, estudiando en nuestras maravillosas universidades (con sus problemas, pero muy reconocidas mundialmente), o ingeniándoselas para trabajar, en un país donde ¡Nada! es fácil. Yo creo que tenemos que ver qué es lo que buscan esos turistas que cita el ministro Fleming. ¿Buscan aventura, experiencias nunca antes vistas, saber lo que es estar al borde de la muerte? O quizás quieren venir para aprender a improvisar, término que no usan mucho en los países del "primer mundo" porque todo (o casi todo) lo tienen planificado o resuelto (¿o lo tenían?). ¿Será que a esos europeos les encantan las sensaciones intensas y apasionadas que vivimos quienes estamos aquí pasando "las de Caín", pero felices, felices, felices...? ¿Cómo quieren que se los escriba? ¡F-E-L-I-C-E-S! Porque sabemos que esta es nuestra patria, que aquí está nuestra gente y que esa gente nos necesita. ¿Quién nos entiende? Pocas personas ¿Quién entiende a los turistas europeos, si es verdad lo que dice el ministro Fleming? Ni yo. Ahora yo sí les puedo dar una explicación sobre esa felicidad inentendible. Y es que no hay cosa más satisfactoria en la vida que luchar y sufrir por lo que uno quiere, y más si se trata de darle ánimo y esperanza a niños y jóvenes que aquí están, formándose, y dispuestos a dar lo mejor de sí. Cada día uno escucha más testimonios maravillosos de esa juventud, de todos los estratos sociales, que aquí están y que aquí se quedan; de algunos que hasta se han regresado por su propia decisión. Y es que vivir en Venezuela desata pasiones muy raras, es como una mezcla intensa de amor-dolor que ni el más idílico romance nos puede prometer. ¿Será entonces que le creemos al ministro Fleming? Yo por mi parte solo puedo decir que mi destino predilecto sí es mi Venezuela amada, porque sin Ella y sin mis niños y jóvenes venezolanos ¡no puedo vivir! ¡Así de simple!

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